Y cuando digo me pregunto que porqué todo el mundo baila mejor que yo, me refiero a todo-el-mundo.
Da igual que sea un caracol cojo, que una persona que se acaba de apuntar a la escuela, que cualquiera que salga en uno de los vídeos que tanto me gustan mirar en Youtube.
Cuántas veces miro a mi alrededor y pienso que sus pies corren más, su aire es más flamenco y les cuesta menos pillar los pasos.
¿Te suena esta sensación? ¿Tú también te sientes a veces como el patito-feo-del-flamenco-y-olé?
Bienvenida al pantano de la autocrítica, una zona peligrosa en el mapa del tesoro del baile.
Hoy vamos a hablar de esta visión que nos acompaña, como un invitado que se cuela en la fiesta, sin importar que acabes de empezar a bailar o que lleves años siendo profesora.
Hay 3 posibles causas que nos pueden llevar a esta impresión:
- Tu nivel de flamenco
- Tu autopercepción
- La aceptación de la diferencia
1. Tu nivel de flamenco
Efectivamente, es posible que tengas toda la razón del mundo y te encuentres rodeada de gente que baila mejor que tú.
En ese caso, lo importante es tomarlo con calma y que las personas que te acompañan sean tu inspiración.
Se aprende mirando a la profesora, pero también se aprende, y mucho, dejándote impregnar del arte de tus compañeras. Así que paciencia y a seguir trabajando.
Si ves que te agobias comprueba si no deberías cambiar de grupo y de nivel.
Bailamos para disfrutar y para expresar. Para ello hemos de tener una buena forma física, que de hecho, conseguimos a través del baile, pero para surtirnos de estrés y de agobios ya está la vida moderna.
Es importante esforzarse en el aprendizaje. Pero ojo cuidado: Esforzarse sí, estresarse, no.
2. La autopercepción
Todas tenemos una amiga que tiene un tipazo, pero que se empeña en saltarse la merienda porque quiere perder 2 kilitos.
Tu la miras y piensas ¿Pero de dónde, corazón? Más quisiera yo que me cupieran tus faldas, le dices en el vestuario, mientras devoras el tercer croissant de chocolate.
Lo mismo pasa con nuestro baile, a menudo veo a gente que baila estupendamente, pero que les cuesta sentir orgullo, alegría, o satisfacción con su trabajo.
Nuestro baile no se escapa de la jueza interna que todas llevamos dentro.
Que si cuando giro me caigo, que si este paso es muy difícil, que si a mi no me sale…Si para cambiar de nivel necesitamos paciencia y constancia, para modificar la autopercepción es indispensable ser amable con una misma y aprender a valorar el esfuerzo y las cosas que sí que hacemos bien.
Poco nos acordamos de nuestro primer día de clase donde todo era nuevo, y difícil.
Si pudieras ver un vídeo de tu primer día de clase y lo compararas con tu peor clase actual, estoy segura de que te maravillarías de todo lo que has aprendido y cambiado.
Ríete de esas fotos que hacen del “antes” y el “después” de una sesión de peluquería.
Que tiene su lógica el querer olvidar la imagen que te devuelve el espejo los primeros días, pero como profesora, créeme, no sabes lo mucho que puedes llegar a mejorar, vamos, como para tirar cohetes, lo cual no quita que tengas sensación de derrota porque quieres hacerlo todavía mejor.
Para mejorar, a veces hay que relajar.
Hay que agradecer a tu cuerpo el esfuerzo que hace, y felicitarse por todo lo que has cambiado y aprendido en el tiempo que llevas haciendo clase.
Además, cada persona tiene su curva de aprendizaje.
Hay quien lo coge todo a la primera pero luego enseguida llega a su tope y no avanza, y hay quien parece que estará toda la vida para arrancar, y lo está, pero una vez que lo hace, ya no hay quien lo pare.
También influye en nuestra percepción del baile el cansancio acumulado.
Hace mucho tiempo, estaba tomando clase cuando me vi en el espejo y me encanté. ¿Qué ha pasado para que hoy baile así de bien? ¿Porqué hoy me salen todos los pasos a la primera y siento que fluyo con la música?
Muy fácil, en esa época se me acabó el contrato de trabajo que tenía y estuve unas semanas en paro. Mi nivel de energía aumentó, llegaba a clase como un rosa y bailé como nunca.
Después de una sesión de baile todas nos sentimos divinas y poderosas, pero en una época de fatiga, en la que estemos un poco bajas de ánimos, es normal que puntualmente puedas sentir que tu baile no avanza tan rápido como querrías.
3. Todas bailamos diferentes
Aquí viene la parte más complicada, porque si para subir de nivel hace falta paciencia y para la autopercepción necesitamos amabilidad para con una misma, entender que cada una tiene su estilo, es aceptar la diferencia y entender que nuestra forma de bailar nunca será la de nuestra compañera, y aunque el estilo de mi compañera me enamore, yo tengo el mío y de alguna manera a él me debo.
Hay bailaoras que parecen tanques capaces de aplastar a quien se ponga delante con su fuerza y su bravura, otras bailan como pajarillos, elegantes, livianas y precisas. Las hay que se me antojan seres mitológicos y otras que encarnan la estampa de la mujer cercana y natural.
¿Que cuál de ellas baila mejor? ¡Anda ya! Si de lo que se trata es de disfrutar de la variedad de matices, de sabores que nos da cada una. De dejarse llevar por la magia que nos transmite su baile, de los rincones del alma que exploramos cuando las vemos.
Porque lo que te inspira una no te lo inspira la otra y todas son necesarias para agrandar el abanico de emociones al que nos permiten acceder con su arte.
El estilo de cada una emerge al poco de empezar a bailar.
De hecho, viene de serie, y se basa en tu forma de sentir, de moverte, de relacionarte con tu cuerpo y con los demás.
Luego viene el entrenamiento, el conocimiento, la disciplina y el esfuerzo.
Pero todo ello no se se dirige a ti como si fueras un conjunto vacío, que no lo eres, si no que es la chispa que prende la leña que cada una trae.
Y de allí que cada una sea hoguera que arde diferente, que da luz y calor por igual a quien se acerque.
A veces nos comparamos y nos vemos peor que las demás, te hablo desde la experiencia y el corazón.
Pero antes de opinar a la ligera sobre el baile de una misma, recapacita, mira a tu alrededor, recuerda cuando empezaste, recuerda, que eres única y que cada cual tiene su ritmo, su camino, y un baile precioso que desarrollar, agradecer y compartir con las demás, sea cual sea tu nivel, y el tiempo que lleves bailando.