No es ninguna tontería interrogarse acerca de este fenómeno, pues el rostro concentra más del 80% de la información que damos a los demás a través del lenguaje corporal.
Además, creo que es una cuestión que nos ha intrigado a todas en algún momento. De hecho, es una de las dudas recurrentes que plantean las alumnas en clase. ¿Porqué ponen esta cara las flamencas? ¿Realmente están enfadadas?.
Sin tener la verdad absoluta, y basándome en años de humilde observación, si me preguntas a fecha de hoy, porqué las flamencas ponen cara de enfadadas cuando bailan, te diré que se podrían distinguir tres posibilidades:
Por trance, éxtasis o arrebato.
Cuando una persona está bailando, puede entrar en un estado de inspiración tan grande que la expresión de su cara se modifica.
La artista, al bailar, te está invitando a viajar, a recorrer un paisaje emocional al que llegarás por la contemplación de sus gestos, de su baile, por el embrujo de una música que te lleva a sentir de forma intensa tantas cosas… La pena, la congoja, la alegría de vivir, la furia y la euforia nos recorren cuando contemplamos a alguien bailando flamenco.
La artista es una maestra de ceremonias que pone al servicio de su público la capacidad de evocar, de generar sensaciones que te atraviesan de arriba a abajo.
Pero para ello debe sentirlas primero ella, pues no deja de ser la transmisora, la inspiradora de ese sentir.
Ahora bien, ¿Estás segura que es enfado? Es verdad que abunda el ceño fruncido, pero también nos lleva a él la concentración. A veces, el poderío toma su cara más seria y se muestra como fiereza y orgullo, que tampoco es lo mismo que un enojo vulgaris.
La solemnidad de una soleá, se desvirtúa cuando la describimos como enfado, pues la simpleza de esa observación, nos priva de una gama de matices rica y profunda, acortando la inmensa paleta de sentires de la que gozamos las personas.
Dicen de Manuela Carrasco que nadie baila la soleá como ella. Me encantaría que vieras este vídeo, en el que para mí, transmite una solemnidad, una elegancia y una fuerza maravillosas.
Por imitación.
Así que si vamos al tablao y vemos que las bailaoras cogen su falda y agitan los volantes, pues habrá que empezar a mover los volantes nosotras también.
Y si tu profesora baila, y baila concentrada, que no enfadada, acabarás, probablemente imitando el gesto de manera automática.
¿Y qué me dices si subes al tablao a bailar una noche y las musas no te visitan? ¿Bailarás con cara de estar en la parra, o imitarás la sensación de estar arrebatada, que es la que se espera de una buena actuación?.
Y aquí aprovecho para hablar de la terrible simplificación de lo que entendemos por bailar flamenco. Yo creo que es una etapa por la que más o menos todas pasamos, y que vale la pena recordar, y es que no se es más flamenca por:
- Picar más fuerte.
- Poner más cara de pocos amigos.
- Mover las manos como molinillos.
Más vale poco y con sentido, que mucho y sin ton ni son (por más que el eches todo el sentimiento y la buena voluntad del mundo).
Además, la expresión facial también se educa y hay que aprender a controlarla. Si ensayas en clase sin trasmitir sentimiento en tus gestos, no esperes que la emoción aparezca por arte de magia al subirte a un escenario.
Fíjate en la expresividad de la Truco bailando estas alegrías. Cómo combina la picardía, la guasa. Cómo baila presumida, feliz y flamenca.
Por ignorancia.
Y te lo digo con todo el amor del mundo porque nadie nace enseñada. El flamenco tiene más de 100 palos o estilos. Te ofrece una gama inabarcable de posibilidades a la hora de expresar diferentes sentimientos. Reducirlo todo a un gesto colérico, por confundirlo con la fuerza y la expresión de este baile, es como renunciar a un Patone de infinitas posibilidades y conformarnos con los 3 básicos, léase, rojo, amarillo y azul.
Disculpa que comparta esta grabación de escasa calidad. No me puedo resistir a enseñarte esta actuación que me hipnotiza cada vez que la veo. La sonrisa, la delicadeza y la fuerza de su expresión, el baile y sus guiños, éxtasis y juego…Inmaculada Ortega baila por bulerías y nos ofrece un repertorio de expresiones que amplían nuestro catálogo de sensaciones.
El flamenco no es un baile más. Tiene una carga emocional importantísima que nace de su tradición, del origen de cada palo.
Para bailarlo correctamente, no nos podemos conformar con repetir mecánicamente una serie de gestos, vestidas de faralaes, imitando movimientos que no sabemos a qué vienen. Hay que averiguar sobre él, conocer sus porqués, empaparse de su historia y conocer qué es lo representamos, qué valores, situaciones, recuerdos y emociones encarnamos cuando lo bailamos y sobretodo, cuando lo compartimos.
Y ahora ¿qué hacemos? Muy fácil:
- Pregunta a tu profesora. No tengas miedo de mostrar interés y curiosidad por los bailes que te enseña.
- Observa detenidamente a las artistas que lo bailan. ¿Qué sientes al verlas? ¿Cómo se te queda el cuerpo después de ir a un Tablao?
- Informarte acerca del flamenco. Nunca ha sido tan fácil encontrar información sobre cualquier tema. Internet o la biblioteca de tu barrio son dos sitios por los que fácilmente puedes empezar.
Estos 3 sencillos pasos, te traerán valiosas pistas que enriquecerán tu baile y te ayudarán a conectar de una forma más completa, profunda y auténtica con este arte, con tu forma de sentirlo y de interpretarlo.